una desterrada más de la muerte

domingo

sin titulo


Mientras me miraba fijamente, sin parpadear, sus labios rosados se entreabrieron para decir algo que yo sabía hace mucho; "estoy cansada", sólo eso. Y su antebrazo se soltó de mi mano, y yo me quedé allí mirándola alejarse entre la lluvia. Sólo eso, el día estaba muriendo, una tarde de invierno dentro de mi pecho se acumulaba junto a todas aquellas en que nos habíamos dejado, jurando que sería la última. Y no dejé de pensar en ella. En sueños la puedo ver, y no quiero soñar con sus labios, no quiero soñar con su cuerpo otra vez. No quiero soñar con esas cartas que nunca llegaron. Y no quiero rememorar la infinidad de tormentas que obligan a los barcos, raídos por el tiempo, a no llegar a destino. Culpa de ambos, pero si tan sólo hubiésemos amado más y discutido menos, no sería ella ahora un espejismo tenue que engaña mi vista a la distancia. Ni sería yo para ella una confirmación más de que el amor no existe.

No tendría tanta rabia como tengo, porque siempre quise que las cosas fueran diferentes. Me siento imbécil por querer creer que me quería, y me siento podrido por no haberlo hecho. He matado mi silencio, y su inocencia de muchacha herida. Ya no siento piedad de sus lágrimas ni de mi sangre.

He caído al fondo del pozo, al fondo de la oscuridad. Y la rabia y pena que siento por esta muerte no me dejarán hasta que pueda escapar de mí. Ha muerto la última sonrisa de verano. Has cargado mi revolver y yo he disparado. Hemos asesinado la última flor, amada mía.

Violet Manzi 07/10/07 13:26