otro cuentito... ociosidad de fin de semana O.k?
El parque... leyenda urbana
Me levanté entre las sombras de mi ciudad esperando encontrar algo nuevo. Me puse a caminar por las lunares calles de una sociedad tan conocida y a la vez tan enigmática.
Me lancé a un lugar que me enseñaron a temer durante mucho tiempo; el reino de la noche. Ahogué el temor que se agolpaba en mi garganta. Nunca antes habÃa salido sola a recorrer las céntricas calles de mi ciudad a altas horas de la madrugada.
Estaba buscando a alguien. Lo estaba buscando a “él�, no sé, dentro de mà guardaba ansiosa y secretamente toparme con su silueta en algún Pub de Santiago. No lo encontré, no me bañé de su mirada.
Iba caminando, no de regreso a casa. Iba sin rumbo definido, sin ruta trazada, sólo por mover las piernas y alejarme, explorar aquella dimensión de soledad nunca antes probada bajo la sombra del peligro.
De pronto dos tipos comenzaron a seguirme. Caminaba por un parque y los sentÃa tras de mÃ, siguiendo cada huella que mi sombra proyectaba en la arenilla nocturna ayudada por la vomitada luz de la luna. Comencé a avanzar más rápido, la situación ya me estaba poniendo nerviosa.
Los tipos comenzaron a caminar más rápido que yo, me rodearon y me enfrentaron. ParecÃan ser bastante jóvenes, de estilo pandillero, con cara de pocos amigos y de necesitar dinero o cosas de valor. Quise correr, pero me paralizó la sorpresa.
No sé en que momento me volvà tan estúpida. Nunca en mi vida me habÃan asaltado. No les podÃa decir nada, sólo los miraba con rostro de súplica, como diciendo “no me hagan nadaâ€�, tampoco atinaba a entregarles mis cosas, la cartera, el celular...
Los tipos ya se estaban desesperando, yo también, y aún asà no hacÃa nada, ni siquiera correr.
El tipo más violento se me echó encima. Me trató de quitar lo que traÃa, mi cartera parecÃa pegada a mi mano, no la podÃa soltar. Comenzamos a forcejear. El tipo me insultaba. El otro no hizo nada, sólo miraba como este trataba de hacer el “trabajoâ€�. Ni siquiera sé porque yo defendÃa tanto mis cosas tentando más asà a la muerte, sabiendo desde el principio que debÃa entregar para salvarme.
Solté la cartera al mismo tiempo que un grito desgarrador. Una afilada hoja de acero acababa de penetrar mi abdomen, embetunada folclóricas pomadas anticoagulantes.
Los tipos corrÃan con mi dinero y mi sangre corrÃa en dirección a la tierra. Con ambas manos trataba de sujetar mis vÃsceras comprimiendo mi abdomen. Con mis sentidos entremezclados con el dolor trataba de recordar la posición en la cual mi abdomen se verÃa menos presionado. Me tendà en el suelo, flecté mis piernas, y comencé a pensar cuanto tardarÃa en pasar el buen samaritano a quien le tocarÃa ayudarme.
Tras mucho rato vi venir una sombra hacia mÃ. Por fin, tenÃa ya mucho sueño, mi ropa estaba húmeda de sangre. No podÃa gritar, comencé a emitir gemidos, no podÃa articular. La sospecha de que eso “viscosoâ€� que sentÃa en mi boca era sangre me hacÃa pensar en lo peor. La persona que venÃa en mi dirección bien pudiera haberme confundido con alguna niña ebria recién salida de una disco. Se aproximaba más y más, los quejidos habÃan dado resultado.
Curioso destino, sin buscarlo es encontrado. Era “élâ€�, era esa persona a quien yo querÃa ver horas antes. No me reconoció y llamó a la ambulancia. El parque estaba demasiado oscuro y yo tenÃa demasiado sueño, pero estoy segura que era “élâ€�, traÃa puesta la misma chaqueta con la cual lo conocÃ. Y también pude ver la ternura de aquella mirada que aún hasta ese dÃa me hacÃa añorarlo.
Llegó la ambulancia y carabineros. No me levantaron. Yo tenÃa mucho sueño. Escuché algo asà como que llevaba horas en el suelo, que habÃa perdido mucha sangre. Un carabinero avisó por medio de su radio que habÃan encontrado el cuerpo de una joven de más o menos 25 años, que tenÃa las vÃsceras abdominales en protusión... un “cuerpoâ€�? Porque un “cuerpoâ€�? yo ya estaba dormida y sin embargo seguÃa escuchando. Era raro porque me sentÃa volando, pero siempre escuchando. Le decÃan a “élâ€� que tenÃa que dar sus datos y declarar si era necesario para esclarecer “el casoâ€�. Mi cuerpo lo estaban cubriendo con plásticos en medio de la oscuridad, y “élâ€� no pudo reconocerme.
Esto pasó hace mucho tiempo, y hoy sigo aquÃ, en este mismo parque donde quedé atrapada como energÃa que ese dÃa escapó de mi cuerpo. He visto a muchos correr la misma suerte que yo, pero nunca, jamás puedo ver si sus energÃas también se quedan entre los árboles. No creo ser la única, sólo sé que después de eso me quedé muy sola y a la vez rodeada de todo. No entiendo aún porque decidà quedarme o si lo decidÃ. No entiendo porque no me salvaron cuando algo de energÃa aún quedaba dentro de mi cuerpo. Tampoco entiendo porque “élâ€� nunca pudo reconocerme.
Hoy estoy aquà y no puedo salir de este lugar, sufro mucho, y de vez en cuando gente más receptiva siente cuando el dolor me sobrepasa y estoy llorando, porque ni siquiera esa noche tuve el valor suficiente para decirle a “élâ€� un entrecortado “te amoâ€�, porque tal vez en el fondo mi cobardÃa... quiso que “élâ€� no me reconociera aquella noche...
Autora: Nelly Encina Aguilar
Sgto. 19 de junio del 2005
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