una desterrada más de la muerte

martes



Nuevamente Silvio, la saga de Silvio cuando no quiero escribir. Me acabo de enterar de algo que realmente me dio pena, pero no quiero escribirlo aquí.
Cambiando el tema, hoy sabía que vería a alguien, era tanto el presentimiento que no me extrañó cuando vi a uno de los muertos de mi pasado, exactamente igual que en el tiempo en que lo dejé atrás, yo iba en la micro y él en bicicleta, realmente me dieron ganas de bajarme y darle un abrazo bien dado por todos estos meses en que me olvidé que siempre por sobre todas las cosas era mi amigo, pero no me bajé, continué inmovil en mi asiento y pensando, pensando en la bifurcación de los caminos, como los trazos se alejan de manera desesperada, como imanes de polos de igual signo. Como cada hora que robamos al reloj nos pasa la cuenta, como atrapando de aquí y de allá, me voy dando cuenta que todo es más breve de lo que supone para el alma, o talvez en la vida caben más minutos de los que se viven realmente, dejando un espacio para perder la conexión entre uno y otro, no lo sé...
Pero dije que no quería escribir, así que sólo publicaré esta canción, para ese alguien que nombré en las primeras líneas y a quién no quise referirme, para ese alguien que en algún momento de esta lucha olvidó lo que era luchar y se perdió por congelados instantes en el vacío:
Para ti, aunque no puedas leer esto, aunque nunca te metas a mi poco ponderado blog, espero que lo leas cuando estés de vuelta entre los vivos y vuelvas a la U. Espero que estés bien y no te coma el sistema en el caímos, te deseo lo mejor desde acá, aunque jamás leas esto, te amo, creo que ya lo he dicho antes. Cuidate, te estaré esperando mi niña, hermana de sangre, para que podamos reir como antes, abrazarnos como nunca, y conversar hasta que la luna ya no gire en su órbita. Te adoro.

La era está pariendo un corazón (1968)
Le he preguntado a mi sombra
a ver como ando para reírme,
mientras el llanto, con voz de templo,
rompe en la sala
regando el tiempo.
Mi sombra dice que reírse
es ver los llantos como mi llanto,
y me he callado, desesperado
y escucho entonces:
la tierra llora.
La era está pariendo un corazón,
no puede más, se muere de dolor
y hay que acudir corriendo
pues se cae el porvenir
en cualquier selva del mundo,
en cualquier calle.
Debo dejar la casa y el sillón,
la madre vive hasta que muere el sol,
y hay que quemar el cielo si es preciso
por vivir,
por cualquier hombre del mundo,
por cualquier casa.

Silvio Rodriguez