Hospital Psiquiátrico
Una silenciosa parálisis va deteriorando poco a poco los relojes que se encuentran en mi habitación. Con voz apagada invoco tu nombre, sólo descubro que es demasiado tarde para morir, me introduje al vals y sólo queda seguir hasta que termine esta eterna melodÃa diabólica. Un tibio aceite resbala de mi corazón y mi deseo es repartirme por el tiempo, con la esperanza aún de encontrarte, encontrarte sÃ, como el sueño de la existencia de Laura, encontrarte.
Buscándote en mis peores pesadillas, me vine a encontrar con una especie de mago materializado en un abrazo mortal, descubriendo que la muerte me consideraba indigna de su hálito distinto, me encontré dando vueltas sobre mà misma, sola en un rincón de mi habitación, cubierta de sangre y rodeada de una luz extraña a mis ojos, llorando en un rincón, tan sólo un rincón y un sinfÃn de relojes ya detenidos por mi parálisis interna. Sólo quiero tu mano, escapar con tus besos, y no tu frÃa mirada que me dice que no estás conmigo.
Comprendiendo la fatalidad del momento, sólo puedo seguir viviendo, sólo puedo seguir viviendo mientras observo mi inocente ventana apagarse lentamente, acostada en esta frÃa cama metálica, escribiendo en el pequeño cuaderno que me regaló en secreto uno de los enfermeros de este lugar.
Stgo. 10 de diciembre de 2005
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